domingo, 24 de febrero de 2013

El alma sin cuerpo: Juan García Ponce




Para mí la literatura siempre es autobiográfica, es terriblemente autobiográfica pero a través de este elemento de transposición. En fin, la obra es el lugar donde uno se descubre por completo y donde encuentra el más seguro refugio. En este juego voluntario de revelación detrás de la ocultación, se encuentra la esencia de la fuerza que lleva a la creación literaria. Detrás de cada obra se encuentra un creador con sus obsesiones y sus sueños muy particulares.

Juan García Ponce

Lo íntimo no puede velarse por completo. La vida de García Ponce no tiene muchos cabos sueltos, mucho se ha hablado de él mientras vivió y los estudios sobre su obra son extensos. Sin embargo, no se ha tenido la oportunidad de indagar en su vida durante su enfermedad, y cómo ésta influyó para su escritos posteriores a la desaparición de su grupo.
A García Ponce se le ha nombrado como “el director espiritual” (Emmanuel Carballo) de la llamada Generación de Medio Siglo o de la Casa del Lago; él organizaba las tertulias literarias e inclusive fue el iniciador de una filosofía que se filtraba en sus textos, que principalmente, junto con Inés Arredondo, se concentró en ver al arte como su vida misma.
A través de su Autobiografía precoz, su infancia se trasluce siempre de la mano de su papel como escritor, y, aunque criticada, da ciertos indicios para comprender el porqué de su obsesión por la escritura. Creció sus primeros doce años en Yucatán, aunque un tiempo lo vivió en Campeche, y, según él mismo dice, nunca dejó de ser yucateco: recurrentemente da referencias a su ciudad de origen. Al inicio de su pubertad se mudó a la ciudad de México, y tiempo después regresó nuevamente a Yucatán. Estos traslados marcaron firmemente su literatura. Arrastró consigo las imágenes contrastantes de lo provinciano y lo urbano.
            Su padre era español, y trabajó un tiempo extrayendo chicle en Tenosique, tuvo una amante e inclusive sus últimos años de vida le recordó a García Ponce que durante el tiempo que vivió en la selva con su amante, había sido feliz. Su madre era de una familia acomodada, sin embargo el verdadero papel de madre lo cumplía su abuela, quien lo crió, y con quien compartía juegos e historias.
Su amor por la literatura nace en una faceta no tan temprana, y sin embargo fue su única verdadera compañía durante toda su vida, más afianzada durante su enfermedad. Comenzó leyendo a Thomas Mann, y decidió que estudiaría literatura en su regreso a Yucatán, según él mismo menciona, por un “proceso de eliminación”. No obstante, desde su incursión a la facultad se introdujo en proyectos editoriales y simpatizó con algunos de los escritores que conformarían, junto con él, la ya mencionada Generación de medio siglo.
A sus escasos 24 años ganó el Premio Ciudad de México, Salvador Novo vio en él un gran dramaturgo, queriendo apadrinarlo, sin embargo el teatro como una experiencia estética no lo llenaba, por lo que decidió dedicarse a la narrativa y la crítica. Mantuvo una actitud crítica hacia las instituciones, incluso renunció a su segunda beca del Centro Mexicano de Escritores (1951), y sin embargo continuó solicitando apoyo económico, algo de lo que los escritores modernos y posmodernos no pueden prescindir, no obstante sus ideologías.
La generación a la que perteneció tenía una posición crítica y comprometida con la sociedad y los hechos que acontecían, se vieron inclusive involucrados en el movimiento de 1968, García Ponce fue confundido y encarcelado, como relata Monsiváis, y se comprometió aún más con la situación, no obstante ya haber sido diagnosticado.
Se vio rodeado siempre de gente que estaba inmersa políticamente en la cultura, como Octavio Paz. Consiguió hacerse de puestos importantes, como en la Revista Universidad de México, la Revista Mexicana de Literatura y en la revista Vuelta, del ya mencionado premio Nobel, lo que llevó a este grupo a ser criticado como una “mafia”, ya que entre ellos se publicaban, y publicaban a los que consideraban afines. Algo que ocurre inclusive hoy día.
            Esta generación vio su fin con la llegada de Gastón García Cantú a la coordinación de difusión editorial de la unam, en 1967. García Ponce dejó las cuestiones políticas para dedicarse por entero a su pasión: la literatura. Fue de los únicos que prosiguió y se dedicó fielmente a escribir, apartado de el exterior. Huberto Batis dice que fue una generación autodestructiva.
En 1966 supo lo que le acecharía durante casi 40 años más de su vida, esclerosis múltiple:
Lo que hice entonces –dice Juan– fue dar una vuelta en mi coche y meditar. Me estacioné en una calle y pensé: ‘¿Qué hago? ¿Me suicido? ...’ Como lo sabes mi defecto es la curiosidad e inmediatamente pensé: ‘Me suicido y ¿qué tal si pasa algo en este año? ¿Qué tal si pasa algo maravilloso?’ Decidí quedarme y arranqué mi coche diciéndome: ‘Vamos a ver qué pasa en este año’. (Poniatowska en Pereira 45)
Esta enfermedad crónico-degenerativa, ya a sus más de 60 años, lo tenía sin poder articular palabras, si acaso un pequeño susurro que tenía que ser traducido y comunicado por un amanuense, y aun así siguió produciendo ensayos y cuentos, incluso publicando. Su más fiel compañera, valga el cliché, fue la literatura y su filosofía del cuerpo como guarida del alma, y del arte como vida, su no-cuerpo en contraste con el cuerpo erotizado de sus cuentos y ensayos, es paradójico. Jamás lo evidenció así, no habló de su enfermedad, e incluso quienes se acercaron a él mencionan no haber sentido que se encontraba enfermo:
A pesar de que no se mueve, Juan es un hombre libre. Su cuerpo, enjuto por la enfermedad, estalla de fortaleza. Es tan expresivo que a uno se le olvida que Juan sólo puede levantar los brazos con el pensamiento. Después de cinco minutos el que se impone es él, el que dicta es él, el que lleva la conversación es él. Quizá no pueda sostener su cabeza pero su cerebro se yergue poderoso e ilumina cada inerte pensamiento. (Poniatowska)
García Ponce manifestó siempre que para él la obra debe justificar la vida y no al revés, por eso mismo su encierro para convivir con sus escritos, más que apartarlo de la realidad, lo acercó a su realidad y revitalizó su literatura. Este empecinamiento por escribir pudo haberlo provocado un reto, su padre, cuando él le comentó su decisión de estudiar literatura, le dijo: “No vas a llegar a ningún lado” y “te vas a morir de hambre”, contrario a esto, el mismo García Ponce menciona que jamás sufrió de hambre, y sólo quizá de quedar insatisfecho.
Este reto es quizá parte de su conducta transgresora, no sólo en el plano moral, sino también en lo colectivo, hacia otros escritores: “Por eso también lo acusan de agresivo, de violento, de cabrón, porque se atreve a poner las cosas en su sitio, a decir verdades, a exponer plenamente sus obsesiones, sus manías, sus preferencias.” (Vicente Melo en Pereira 32)
Como intelectual, Juan sostuvo infinidad de polémicas tanto personales como públicas con escritores, editores, grupos de poder, mafias y camarillas en defensa de sus ideas, de la libertad de pensamiento, de la autonomía y el respeto hacia la buena literatura, independientemente de las nacionalidades, los cuatachismos, los gremios y las cuestiones éticas o morales, las cuales más de una vez le cerraron las puertas, le negaron becas o premios y le impidieron publicar sus comentarios. (Albarrán en línea)
Este mismo reto de no rendirse ante la literatura, se ve reflejado durante su enfermedad, no obstante le habían dicho que viviría no más de seis meses, vivió todavía cuarenta años intensamente. Se casó tres veces y tuvo dos hijos. En su casa, según mencionan, nunca faltaron orgías y literatura.

Fuentes
Albarrán, Claudia. A la memoria de Juan García Ponce Ç(1932-2003). México: itam, en línea: http://biblioteca.itam.mx/estudios/60-89/69/ClaudiaAlbarranAlamemoriadeJuan.pdf
Armando Pereira. La escritura cómplice. Juan García Ponce ante la crítica. México: Difusión Cultural, unam, 1997.
Barros, Salvador. “A Juan García Ponce in memoriam”, en El siglo de Durango, Norte y sur, 2003, en línea:  http://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/24668.norte-y-sur.html
Cartas, Ricardo. Las estrategias de resistencia en “La invitación”, de Juan García Ponce. Puebla, México: Universidad Iberoamericana Puebla, Tesis, 2009.
Días y Morales, Magda. Presentación. México, en línea:
http://www.garciaponce.com/autor/presenta.html
García Ponce, Juan. Obras de un escritor yucateco sobre su tierra. Tomo 1. Yucatán, México: Universidad Autónoma de Yucatán, 1997. 
Martínez Morales, José Luis. Juan García Ponce y la Generación del Medio Siglo. Xalapa, Veracruz, México: Instituto de Investigaciones Lingüístico-literarias, Universidad Veracruzana, Colección Cuadernos, 1998.

lunes, 18 de febrero de 2013

Breve aproximación a la crítica biográfica


La crítica literaria, en el último siglo, ha sufrido distintas variaciones, y como todo en la modernidad, se ha desmembrado en miríadas de estilos para su aplicación. Uno de estos estilos para la comprensión de los textos literarios, es la crítica biográfica. Esta corriente de la crítica literaria se ha distinguido por llevar a cabo estudios históricos y psicológicos sobre los autores, para comprender su obra.
            No obstante la desidia de algunos críticos para emprender este estudio (ocasionada también por la falta de interés en la búsqueda de archivos y por los trámites burocráticos que se tienen que emprender), resulta una herramienta que ayuda a comprender el contexto en que las obras se escribieron, y que inclusive se permea en éstas. Es así que, un estudio biográfico completo, puede dar pautas para la comprensión de la totalidad de las obras, ya que éste incluye una visión integral sobre los hechos que precedieron al momento en que se escribió, los que sucedieron durante el tiempo en que fue escrito e inclusive, como si e tratara e una narración de ficción, se pueden dar brincos en el tiempo en el que el biógrafo escribe (como en el caso de Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe de Octavio Paz).
            Poca información puede encontrarse en español sobre la crítica biográfica, sin embargo es un estudio que ya ha sido adoptado por los críticos en otros países, en Estados Unidos las universidades tienen incluso carreras adoptadas a esta forma de crítica, se pueden encontrar artículos que abordan estudios literarios a partir de la biografía, e incluso es posible ubicar distintos blogs[1] con la intención de acercarse a la crítica biográfica.
            No todo es maravilloso en este tipo de estudio, aunque ciertamente es un recurso útil, su combinación con otros ámbitos, como el del psicoanálisis, puede resultar perjudicial, en tanto que su objetivo es la comprensión de la obra a partir de un acercamiento al autor, y puede dar pie a las interpretaciones muy subjetivas de las acciones del autor. Es así que en Literature Resources, una página que da una referencia breve a los distintos tipos de acercamientos críticos literarios, se menciona que: “Biographical criticism has two weaknesses that should be avoided. First, avoid equating the work's content with the author's life (or the character with the author); they are not necessarily the same. Second, avoid less-than-credible sources of information, particularly works that tend to be highly speculative or controversial unless verified by several sources.”
            Sin embargo, estas dos debilidades mencionadas, también resultan de una mala aplicación de la crítica biográfica, siendo que intuir que todo lo escrito se relaciona con la vida del autor, es un error que no debería ocurrir en ningún tipo de crítica literaria, así mismo sucede con la adaptación de datos que no estén verificados, y que sean tomados como reales; en una biografía o autobiografía siempre existirá la duda, no todo debe darse por sentado. En la tesis Emancipación de la familia de origen: lealtad, traición y sacrificio filial en Franz Kafka y Julio Cortázar, de Roberto Chacana Arancibia, un párrafo trasluce la diferencia entre la crítica psicoanalítica y la crítica biográfica:

Sin embargo, un primer rasgo diferenciador de ambas corrientes lo constituye el que la vertiente biográfica no necesariamente se acoge a los planteamientos teóricos del psicoanálisis; al contrario, aquélla tiende a tomar distancia de las propuestas parricida-incestuosas que realiza la corriente de orientación freudiana (Llovet, 1992: xviii).
En segundo lugar, la crítica biográfica indaga en la vida del escritor no con el objetivo de explicarla sino, simplemente, con el afán de localizar elementos o situaciones vitales que permitan facilitar la comprensión de su obra. (Chacana 81)

Sitios que dan una referencia a esta corriente crítica:

Algunas confluencias epistemológicas en la actual crítica literaria. En http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/47/TH_47_001_033_0.pdf
Chacana Arancibia, Roberto. Emancipación de la familia de origen: lealtad, traición y sacrificio filial en Franz Kafka y Julio Cortázar. Tesis: Universidad Complutense de Madrid, Facultad de psicología. En http://www.ucm.es/BUCM/tesis/psi/ucm-t29162.pdf, 2006, p. 81.
Lambarry, Alejandro. Biografías, autobiografías y memorias: ¿Qué es la crítica biográfica? En http://bio-autobio-memorias.blogspot.mx/




[1] http://blogs.dickinson.edu/anglesofliteraryapproach/category/biographical-criticism/: “According to Benson, a biographical approach considers a work’s first-order context – the author’s life – and recognizes literary study as being an art not a science (110). He places it at odds with New Criticism, so a work takes on a different meaning when viewed through the lens of an author’s life.