domingo, 12 de mayo de 2013

Novo: Una autobiografía provocativa y dialéctica

El poeta Salvador Novo, 
retratado por Manuel Rodriguez Lozano
 



De la autobiografía se conoce que puede existir como un proceso deliberado para exorcizar demonios del pasado, o para plasmar recuerdos poco fidedignos (por tener un referente único, en cuanto a recuerdos quizá trastornados por la imaginación), sin embargo, ¿es posible encontrar autobiografías con la pura intención de provocar al lector?, ¿no es acaso la autobiografía una estrategia íntima para recordar lo que la vida le ha deparado a una persona?  José María Pozuelo, en su libro De la Autobiografía: Teoría y estilos, menciona que “La autobiografía está directamente vinculada con otros géneros y prácticas discursivas como el encomio y la confesión, su desarrollo tiene elementos de proximidad con la epístola […] (Pozuelo 22)
Introspección, reflexión y recuerdos, forman parte esencial de la estrategia comunicativa en cualquier género literario, es así que la autobiografía, considerada en esta categoría, incluye, efectivamente, una intención dialéctica. Salvador Novo redacta una autobiografía titulada La estatua de sal, publicada de manera póstuma en el año 1982. Esta narración autobiográfica tiene la característica de haber sido escrita en una época donde la homosexualidad era considerada una enfermedad, y se vivía principalmente una doble moral, donde inclusive existía una proliferación de tugurios donde se practicaba las experiencias homosexuales, y sin embargo estas prácticas eran fuertemente castigadas bajo el yugo de una sociedad machista y puritana (un pseudo puritanismo). Si Novo ya había sobrellevado estos castigos, de manera que logró constituirse dentro del canon literario, por qué considerar escribir una autobiografía sumamente perturbadora para la época
El físico Wolff-Michael Roth, en su texto “Autobiography as Scientific Text: A Dialectical Approach to the Role of Experience”, sostiene la existencia de un proceso dialéctico entre la colectividad y el individuo dentro de la autobiografía, basándose en el materialismo dialéctico de Marx. De este modo, las memorias de Novo posiblemente fueron adaptadas para el propósito de crear un puente entre la sociedad en la que se encontraba inmerso y su vida frustrada por ésta. Es así que la provocación intencional resulta de un claro rechazo a la doble moral vivenciada durante principios y mediados del siglo pasado. "I" is both personal and social, there is no "I" without a "you," there is no Self without the Other, there is no subject without an object (other), no individual without the collective (RICŒUR, 1990).” (Roth)
La transacción existente entre lector y autor, se posibilita a través de la intención de comprender el texto, es así que la provocación que reside en las acciones que presenta Novo, se ven proyectadas hacia el lector por las imágenes que en éste se producen a partir del lenguaje. Si Novo hubiera plasmado sus experiencias utilizando eufemismos, la provocación hubiera sido a partir de la interpretación del mismo lenguaje, y no a través de la imagen producida por el relato detallado de sus experiencias sexuales. Por lo tanto, en este proceso dialéctico se comprende que el sentido único de Novo se dirige por la provocación y transgresión. Inclusive el hecho de utilizar nombres reales realza la característica de encontrarse con una lectura que puede juzgar personas a partir de la concepción de otra, y que conlleva a una ficcionalización de los personajes que se presentan en la misma, ya que se observan a través del ojo subjetivo del autor, y con sus muy probables sentimientos positivos o negativos hacia una y otra persona. Es así que Novo, al presentarnos las relaciones íntimas y externas con personajes como Villaurrutia o Henríquez Ureña, nos lleva a ser partícipes de una relación interpersonal creada a partir de su imaginario.
De este modo, no obstante que la autobiografía pura resulta de una introspección e incluso investigación de la vida propia, está plagada de características literarias, en este caso la relación que se establece con el lector está sumamente marcada, de modo que no sólo el título conlleva a establecer un símbolo que debe ser interpretado por el que lo lea, sino que da una clave para comprender lo que en la lectura se encontrará, e incluso vislumbra la intención del autor; Monsiváis lo presenta en el prólogo, al clarificar que el título es una referencia directa a la esposa de Lot, quien al mirar atrás es convertida en estatua de sal.
Estos juegos intertextuales, característicos de la modernidad en la literatura, conllevan a pensar que los objetivos en la estructura y el estilo autobiográfico también tienen la intención de hacer un guiño al lector. Sin embargo, el lector mantendrá una postura a partir de sus propias experiencias (de vida y literarias) en conjunto con su vida en comunidad, con lo que muy difícilmente encontrará un punto en común o comprensión total de lo que el autor intenta transmitir: “In the hermeneutic sciences, there is general acceptance of the presupposition that lived experiences shape who we are and who we become; how we read and understand a text is an outcome of a transaction between the text and ourselves (RICŒUR, 1991)” (Roth)
Novo corría un riesgo muy grande si hubiera publicado la obra en 1945, año en que dejó de escribirla, las consecuencias hubieran sido mayores de lo que fueron a finales del siglo pasado, cuando pasó desapercibida y se convirtió en una historia quizá ya no tan provocadora, y que, sin embargo, bajo ciertas circunstancias, el lector puede considerarla transgresora e inclusive sentir antipatía hacia el autor.
Queda claro, pues, que lo presentado en la biografía, no fue sino una táctica de persuasión y provocación, conformada por un deliberado proceso dialéctico, que transmite una posición centrada hacia la crítica social, y que nace de una experiencia relacionada a la vida en comunidad y que prevalece como una consecuencia de lo que en sociedad se vela: “From a dialectical materialist position, societal life and individual life are dialectically related. For society to survive it has to be concretely realized by individuals; but individuals need to embody society in their actions to survive.” (Roth)

Bibliografía

Wolff-Michael Roth. “Autobiography as Scientific Text: A Dialectical Approach to the Role of Experience”, en Forum: Qualitative Social Research. Volumen 5, No. 1, Art. 9, Enero de 2004. En línea: http://www.qualitative-research.net/index.php/fqs/article/view/635/1379
Novo, Salvador. La estatua de sal. México: Fondo de Cultura Económica, 2008.
Pozuelo Yvancos, José María. De la Autobiografía: Teoría y estilos. España: Editorial Crítica, 2006.


lunes, 22 de abril de 2013

No es nuevo, es Novo


Salvador Novo (1904-1974) escribe una autobiografía titulada “La estatua de sal”, no obstante decide dejarla inconclusa en 1945, prefiriendo no publicarla, persuadido por Carlos Chávez, quien le otorgó la categoría de una labor egoísta. Sin embargo, ¿qué lo llevó a comenzarla?

Tomado de la página:
http://mufi.org.mx/tienda/product.php?id_product=1157
José María Pozuelo, en su libro De la Autobiografía: Teoría y estilos, menciona que “La autobiografía está directamente vinculada con otros géneros y prácticas discursivas como el encomio y la confesión, su desarrollo tiene elementos de proximidad con la epístola […] (Pozuelo 22) En este sentido, Novo probablemente tenía la intención de justificarse a partir de una aproximación a su vida. Su literatura se ve plenamente influida por sus experiencias, es así que en sus sonetos él mismo confiesa la necesidad de escribir sus vivencias:


            Si yo tuviera tiempo, escribiría          
                  mis memorias en libros minuciosos;
          retratos de políticos famosos,
                                      gente encumbrada, sabia y de valía. (Novo 193)
Sin embargo, se dice también que este intento de plasmar su vida lo genera un instinto de provocación y trasgresión al orden, ya que su autobiografía no sólo lo retrata a él, sino también a un grupo ignorado y marginado, que atentaba contra la (doble) “moral” mexicana que reinó durante el Porfiriato, y cuyos rezagos permanecieron hasta mediados del siglo xx. Es así que la homosexualidad se torna un aspecto de suma importancia en la narración de Salvador Novo, el grupo que se insertaba en estos parámetros era el retratado por él. Así, Monsiváis presenta, en el prólogo de La estatua de sal, la posible razón que Novo tuvo para escribir su autobiografía:
En 1945 Novo se sabe, y con detalle, objeto de burlas y denigraciones, y por eso le ve sentido a su versión más bien triunfalista de la movilidad y la fijeza homosexuales, de las recompensas y el castigo que le sobrevienen a quienes interrumpen su ascenso y se dan vuelta para contemplar, altaneros, el castigo a las ciudades de la llanura […] la idea de confesarse en público ante un horizonte de lectores conocidos y desconocidos es en principio vivir ante sí mismo la absoluta desnudez anímica. (Novo 68)
De este modo, podría tratarse (aunado a la necesidad de plasmar sus vivencias) de una venganza hacia aquellos que depreciaron lo que él era y el mundo al que perteneció, un desquite hacia la sociedad mexicana inquisidora, un método de resistencia para el sobrevivir a esta doble moral. Incluso, Novo confiesa que durante su juventud ya había tenido esa necesidad de escribir sobre su vida, su excusa fue que permanecía aburrido, de modo que se distraía escribiendo, no obstante acepta que se trataba de una confesión:
Yo pasaba las aburridas mañanas de clases sólo en espera de las divertidas tardes y noches. Por emplear el tiempo, y todavía persuadido (a pesar de las constantes, caudalosas comprobaciones en contrario) de la singularidad excepcional de mi carácter, empecé a escribir una minuciosa y romántica autobiografía novelada que titularía Yo. […] Xavier sabía de ella, y le alarmó su crudeza, su sinceridad, la mención de los nombres auténticos. Y en un acto que años después repetiría (con un dibujo en que Diego Rivera me había trazado con toda la belleza de mi adolescencia: Xavier lo hizo desaparecer; con los Sonetos, la colección de cuyos originales sustrajo de un cajón de mi casa), forzó la cerradura de la gaveta y se llevó mi manuscrito. […] Cuando después de una discusión me lo devolvió, destruí  aquella primera confesión escrita a los dieciséis años. (179)
Este Wilde mexicano no se acomplejó por lo que fue y, aunque su vida retratada por él mismo tiene un deje de megalomanía, no deja de ser una apertura a espacios que fueron silenciados en esa época; cuya aparición vislumbra lo provechoso que fue para algunos personajes el haberse encontrado en circunstancias que ampliaron el horizonte de la literatura.

Bibliografía
Novo, Salvador. La estatua de sal. México: Fondo de Cultura Económica, 2008.
Pozuelo Yvancos, José María. De la Autobiografía: Teoría y estilos. España: Editorial Crítica, 2006.

lunes, 15 de abril de 2013

Distintas perspectivas sobre una misma vida


Entrevista emancipatoria: El recorrido del espíritu[1]


Mis preferencias van en éste órden: Primero la literatura, después las mujeres y luego lo que venga… (risas). Hernán Lara Zavala me preguntó una vez, en un tono más bien humorístico: "¿Has sido fiel alguna vez en tu vida?" Yo le contesté: "Sólo a la literatura".
Viví hasta los doce años en Mérida, una provincia entonces bastante apartada de la vida de México, y además al cuidado y bajo la vigilancia de mi abuela. Mi formación, a cargo de religiosos, tiene bastantes puntos de contacto con la de Rufo y en cambio está desprovista casi por completo de todo color local mexicano. El escenario de mis veranos está descrito en gran medida en La gaviota. Eso aclara muchas cosas, ¿no le parece? México me es un poco ajeno y extraño y ahora, en el presente, lo que se entiende al menos por la cultura oficial mexicana sólo me despierta la más abierta oposición. Como escritor y como persona no quiero más que esos puntos de contacto que pueden encontrarse en los sitios más dispares y cuyo único verdadero lugar es el arte. Lo otro es vida personal.
Desde los 18 años aspiraba en secreto a ser escritor, sin decidirme a escribir nada en serio hasta que me denunciaron algunos acontecimientos públicos. Ese deseo de escribir tardó sólo dos años en concretarse para mí solo y se hizo público cuando recibí el premio Ciudad de México de manos del presidente Adolfo Ruiz Cortines en 1956. Siempre fui un lector fanático de ese placer de escribir. Por "siempre" quiero decir desde los seis años cuando aprendí a leer. Mi vida está hecha sólo de literatura.
Cuando supe que me había enfermado de esclerosis en placas fui dar una vuelta en mi coche y meditar. Me estacioné en una calle y pensé: ‘¿Qué hago? ¿Me suicido? ...’ Mi defecto es la curiosidad e inmediatamente pensé: ‘Me suicido y ¿qué tal si pasa algo en este año? ¿Qué tal si pasa algo maravilloso?’ Decidí quedarme y arranqué mi coche diciéndome: ‘Vamos a ver qué pasa en este año’.
Recuerdo todavía que yo ya no sentía nada, al grado de que en Neurología me sacaron líquido raquídeo sin ninguna anestesia. Pero los necios triunfan. No me morí, como se ve, y un día yo, que pasaba las tardes leyendo en mi antigua cama de soltero y las mañanas escribiendo, sentí entre las piernas la presencia de Clarisa, la bella gata negra que me había regalado Michèle. Se lo dije con alborozo. No sé por qué ocurrió. Augusto Fernández Guardiola dice que eso es imposible; pero pasó.
No creo en absolutos, lo cual no me quita la fascinación por ellos. María Luisa no deja de asombrarse que digo siempre que soy ateo, y tengo un absoluto sentido religioso. Por algo los místicos han sido siempre sospechosos para la Iglesia. Yo no quiero ninguna Iglesia, ni siquiera la de Musil.
Ahora sólo me queda recordar que en alguna ocasión, para pedirle su firma de apoyo por algún lío burocrático, llamé a Juan Rulfo y, después de darme permiso para utilizar su nombre, me comentó con una mal disimulada nostalgia: "¿Y tú, escribe que te escribe?" Le contesté que sí, y pienso que debí haber agregado: "Pero nada comparable a El llano en llamas y Pedro Páramo". Ahora, si pudiera hablarle por teléfono, le diría: "Sí, sigo escribe que te escribe, y gracias a ello hasta he ganado el premio que muy merecidamente lleva tu nombre: un nombre inmortal dentro de la literatura".

Etnográfico participativo: La mortalidad del alma[2]

Completamente extrañó para mí, y a la vez cercano a través de sus obras, García Ponce es de aquellos escritores a los que teme uno hablarle por su imponente presencia, aun con aquel cuerpo frágil. Muere en 2003, extraño es que se hable en presente sobre él, sin embargo, es posible recrear su cercanía a través de todo lo escrito y ya dicho por él.
Nunca fue demasiado reservado con respecto a su pasado como lo fue con su enfermedad, no obstante, durante ese tiempo su discurso fue más prolífico. ¿Por qué un hombre encadenado a la inmovilidad podría sentirse obligado a escribir? Un hombre así no cabe en la categoría de lo “común”, pocos son aquellos que al perder la facultad sensitiva hacia el mundo, siguen forzando su intelecto. Ponce fue uno de estos hombres. Su enfermedad nunca fue impedimento para sus continuas reflexiones en torno al arte, al erotismo o a la filosofía del cuerpo. Lo que sí lo limitó fue la progresiva pérdida de locución, e incluso así logró encontrar a alguien que pudiera traducir lo que dijese, y siguió empecinado con escribir.
Dice, ya en sus últimos años de vida: "contra viento y marea, hoy cumplo 70 años, aunque llego a ellos bastante deteriorado. Ya sólo puedo, por voluntad propia, mover ojos y boca, pero me conservo delgado, y juro que no me pinto el pelo. ¿Quién me quita lo bailado? No creo en Dios, soy un ateo absoluto."
Qué vasto de humor, su vida es una ironía, cómo no burlarse de sí mismo, siempre interesado en la función del cuerpo, en la proximidad sexual, y se halla en un cuerpo inerte, inservible; por eso su interés en penetrar en lo que dejó de experimentar. Se convierte en una obsesión.
Hablando, siempre hablando, Ponce se expresa de sí mismo con grandeza y orgullo, sabe que logró cambiar el curso de la literatura mexicana, se sabe creador y por supuesto, sin huellas de humildad, lo reconoce. Es placentero para él reconocerse como parte de la historia literaria mexicana, es el mayor placer que podría tener, no dedicó su vida a otra cosa que no fuese la literatura. Se acerca expresando: "Mientras siga viviendo voy a escribir. Cuando me muera yo seré recuerdo, si acaso."
La necesidad de afirmarse como escritor está ahí constante, su padre le recordaba que no llegaría a ningún lado con aquella necedad de escribir, García Ponce demostró que no tenía razón, e incluso ese reto se convirtió en motivación para su propósito. Y muerto sigue reescribiéndose. Encontró la inmortalidad.
García Ponce no nos habla de su cuerpo, nos habla de lo que sucede en sus pensamientos, de su recreación del mundo encerrado en un espacio breve, sin salidas más que la imaginación, él mismo acepta que su realidad está inmersa en su ser, no en lo externo a él. Las cartas que intercambia con distintos escritores siempre lo delatan como un hombre interesado en nada más que el arte y su influencia en los sentidos. Él nos dice que la verdad de la literatura, de la poesía, puede hacerse más real que la realidad.


Ficción no-participativa: El placer del espíritu

“¡Es tan placentero estar borracho!”. Recordaba esta frase mientras el silbido del viento primaveral permanecía distante. Abstraída en pensamientos fútiles, no lograba encontrarle un rostro a esas palabras. En ese momento percibí cerca el hedor ardiente a una noche de excesos de alcohol y mujeres. Fue cuando recordé quién había dicho esas palabras. ¿Lo conocía? En realidad no.
Había permanecido esa frase en mi cabeza, sin saber exactamente por qué, ¿delataba quizá la actitud burlona e irónica de un escritor en realidad solitario y nostálgico? Leí algunas frases de cuentos como Tajimara o La gaviota, me detuve en ciertos detalles, las relaciones, el acercamiento de los personajes. ¿Cuántas de estas acciones pudo haber experimentado García Ponce, antes de perder movilidad? No hay respuesta verdadera. Pero, al parecer, él, afirmando siempre la idea del cuerpo como una simple guarida del alma, no dudo en darle el placer necesario a este cuerpo, cuyas necesidades siempre iban de la mano con las necesidades del alma.
Todo lo que se representa en sus historias se hace a partir de imágenes sublimes, que se eternizan. Siempre se ubica en lo natural, aquella naturalidad que sólo puede ser percibida a través de la vista o de la mente, él recrea la primigenia percepción del hombre. Su propia naturaleza es cercada por el muro que es su cuerpo. Pero esa voluntad de seguir alimentando su espíritu borracho de sensaciones, es magnífica. No duda jamás de su convicción de ser escritor. ¿A qué más hubiera podido dedicarse? Si se hubiese inclinado por la medicina, poco hubiera ejercido.
Sólo la literatura y la curiosidad lo salvaron del suicidio. ¿Se podría comprender la vida de este autor simplemente con leerlo? Hasta el momento no me he podido sentir tan alejada y a la vez cercana a un autor, cuya vida difiere completamente de sus historias. Él crea esta posibilidad de que alguien que ha dejado de sentir físicamente, logre que el otro sienta.
            García Ponce es un ser entero, a pesar de su imposibilidad de locomoción, porque aprendió a conjuntar su alma con el exterior a través de la escritura, su cuerpo se volvió innecesario para vivir su realidad. Y así, el emborracharse de las palabras y de las imágenes es un placer físico y espiritual.


Fuentes
Albarrán, Claudia. A la memoria de Juan García Ponce Ç(1932-2003). México: ITAM, en línea:  http://biblioteca.itam.mx/estudios/60-89/69/ClaudiaAlbarranAlamemoriadeJuan.pdf
Armando Pereira. La escritura cómplice. Juan García Ponce ante la crítica. México: Difusión Cultural, UNAM, 1997.
Barros, Salvador. “A Juan García Ponce in memoriam”, en El siglo de Durango, Norte y sur, 2003, en línea:  http://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/24668.norte-y-sur.html
Cartas, Ricardo. Las estrategias de resistencia en “La invitación”, de Juan García Ponce. Puebla, México: Universidad Iberoamericana Puebla, Tesis, 2009.
Días y Morales, Magda. Presentación. México, en línea:
http://www.garciaponce.com/autor/presenta.html
García Ponce, Juan. Obras de un escritor yucateco sobre su tierra. Tomo 1. Yucatán, México: Universidad Autónoma de Yucatán, 1997. 
Martínez Morales, José Luis. Juan García Ponce y la Generación del Medio Siglo. Xalapa, Veracruz, México: Instituto de Investigaciones Lingüístico-literarias, Universidad Veracruzana, Colección Cuadernos, 1998.


[1] Este texto es una recopilación de entrevistas y textos que García Ponce realizó. En el apartado de Fuentes se encuentran las páginas de donde fue extraída esta información. Todo lo incluido aquí son auténticas palabras del autor, con algunos cambios para lograr la sensación de continuidad.
[2] Se han tomado fragmentos de distintas entrevistas y textos del escritor Juan García Ponce, existen distintos elementos que no pertenecen a la realidad del escritor. El autor de este texto no es el autor intelectual de algunas frases presentadas en este texto.

domingo, 24 de febrero de 2013

El alma sin cuerpo: Juan García Ponce




Para mí la literatura siempre es autobiográfica, es terriblemente autobiográfica pero a través de este elemento de transposición. En fin, la obra es el lugar donde uno se descubre por completo y donde encuentra el más seguro refugio. En este juego voluntario de revelación detrás de la ocultación, se encuentra la esencia de la fuerza que lleva a la creación literaria. Detrás de cada obra se encuentra un creador con sus obsesiones y sus sueños muy particulares.

Juan García Ponce

Lo íntimo no puede velarse por completo. La vida de García Ponce no tiene muchos cabos sueltos, mucho se ha hablado de él mientras vivió y los estudios sobre su obra son extensos. Sin embargo, no se ha tenido la oportunidad de indagar en su vida durante su enfermedad, y cómo ésta influyó para su escritos posteriores a la desaparición de su grupo.
A García Ponce se le ha nombrado como “el director espiritual” (Emmanuel Carballo) de la llamada Generación de Medio Siglo o de la Casa del Lago; él organizaba las tertulias literarias e inclusive fue el iniciador de una filosofía que se filtraba en sus textos, que principalmente, junto con Inés Arredondo, se concentró en ver al arte como su vida misma.
A través de su Autobiografía precoz, su infancia se trasluce siempre de la mano de su papel como escritor, y, aunque criticada, da ciertos indicios para comprender el porqué de su obsesión por la escritura. Creció sus primeros doce años en Yucatán, aunque un tiempo lo vivió en Campeche, y, según él mismo dice, nunca dejó de ser yucateco: recurrentemente da referencias a su ciudad de origen. Al inicio de su pubertad se mudó a la ciudad de México, y tiempo después regresó nuevamente a Yucatán. Estos traslados marcaron firmemente su literatura. Arrastró consigo las imágenes contrastantes de lo provinciano y lo urbano.
            Su padre era español, y trabajó un tiempo extrayendo chicle en Tenosique, tuvo una amante e inclusive sus últimos años de vida le recordó a García Ponce que durante el tiempo que vivió en la selva con su amante, había sido feliz. Su madre era de una familia acomodada, sin embargo el verdadero papel de madre lo cumplía su abuela, quien lo crió, y con quien compartía juegos e historias.
Su amor por la literatura nace en una faceta no tan temprana, y sin embargo fue su única verdadera compañía durante toda su vida, más afianzada durante su enfermedad. Comenzó leyendo a Thomas Mann, y decidió que estudiaría literatura en su regreso a Yucatán, según él mismo menciona, por un “proceso de eliminación”. No obstante, desde su incursión a la facultad se introdujo en proyectos editoriales y simpatizó con algunos de los escritores que conformarían, junto con él, la ya mencionada Generación de medio siglo.
A sus escasos 24 años ganó el Premio Ciudad de México, Salvador Novo vio en él un gran dramaturgo, queriendo apadrinarlo, sin embargo el teatro como una experiencia estética no lo llenaba, por lo que decidió dedicarse a la narrativa y la crítica. Mantuvo una actitud crítica hacia las instituciones, incluso renunció a su segunda beca del Centro Mexicano de Escritores (1951), y sin embargo continuó solicitando apoyo económico, algo de lo que los escritores modernos y posmodernos no pueden prescindir, no obstante sus ideologías.
La generación a la que perteneció tenía una posición crítica y comprometida con la sociedad y los hechos que acontecían, se vieron inclusive involucrados en el movimiento de 1968, García Ponce fue confundido y encarcelado, como relata Monsiváis, y se comprometió aún más con la situación, no obstante ya haber sido diagnosticado.
Se vio rodeado siempre de gente que estaba inmersa políticamente en la cultura, como Octavio Paz. Consiguió hacerse de puestos importantes, como en la Revista Universidad de México, la Revista Mexicana de Literatura y en la revista Vuelta, del ya mencionado premio Nobel, lo que llevó a este grupo a ser criticado como una “mafia”, ya que entre ellos se publicaban, y publicaban a los que consideraban afines. Algo que ocurre inclusive hoy día.
            Esta generación vio su fin con la llegada de Gastón García Cantú a la coordinación de difusión editorial de la unam, en 1967. García Ponce dejó las cuestiones políticas para dedicarse por entero a su pasión: la literatura. Fue de los únicos que prosiguió y se dedicó fielmente a escribir, apartado de el exterior. Huberto Batis dice que fue una generación autodestructiva.
En 1966 supo lo que le acecharía durante casi 40 años más de su vida, esclerosis múltiple:
Lo que hice entonces –dice Juan– fue dar una vuelta en mi coche y meditar. Me estacioné en una calle y pensé: ‘¿Qué hago? ¿Me suicido? ...’ Como lo sabes mi defecto es la curiosidad e inmediatamente pensé: ‘Me suicido y ¿qué tal si pasa algo en este año? ¿Qué tal si pasa algo maravilloso?’ Decidí quedarme y arranqué mi coche diciéndome: ‘Vamos a ver qué pasa en este año’. (Poniatowska en Pereira 45)
Esta enfermedad crónico-degenerativa, ya a sus más de 60 años, lo tenía sin poder articular palabras, si acaso un pequeño susurro que tenía que ser traducido y comunicado por un amanuense, y aun así siguió produciendo ensayos y cuentos, incluso publicando. Su más fiel compañera, valga el cliché, fue la literatura y su filosofía del cuerpo como guarida del alma, y del arte como vida, su no-cuerpo en contraste con el cuerpo erotizado de sus cuentos y ensayos, es paradójico. Jamás lo evidenció así, no habló de su enfermedad, e incluso quienes se acercaron a él mencionan no haber sentido que se encontraba enfermo:
A pesar de que no se mueve, Juan es un hombre libre. Su cuerpo, enjuto por la enfermedad, estalla de fortaleza. Es tan expresivo que a uno se le olvida que Juan sólo puede levantar los brazos con el pensamiento. Después de cinco minutos el que se impone es él, el que dicta es él, el que lleva la conversación es él. Quizá no pueda sostener su cabeza pero su cerebro se yergue poderoso e ilumina cada inerte pensamiento. (Poniatowska)
García Ponce manifestó siempre que para él la obra debe justificar la vida y no al revés, por eso mismo su encierro para convivir con sus escritos, más que apartarlo de la realidad, lo acercó a su realidad y revitalizó su literatura. Este empecinamiento por escribir pudo haberlo provocado un reto, su padre, cuando él le comentó su decisión de estudiar literatura, le dijo: “No vas a llegar a ningún lado” y “te vas a morir de hambre”, contrario a esto, el mismo García Ponce menciona que jamás sufrió de hambre, y sólo quizá de quedar insatisfecho.
Este reto es quizá parte de su conducta transgresora, no sólo en el plano moral, sino también en lo colectivo, hacia otros escritores: “Por eso también lo acusan de agresivo, de violento, de cabrón, porque se atreve a poner las cosas en su sitio, a decir verdades, a exponer plenamente sus obsesiones, sus manías, sus preferencias.” (Vicente Melo en Pereira 32)
Como intelectual, Juan sostuvo infinidad de polémicas tanto personales como públicas con escritores, editores, grupos de poder, mafias y camarillas en defensa de sus ideas, de la libertad de pensamiento, de la autonomía y el respeto hacia la buena literatura, independientemente de las nacionalidades, los cuatachismos, los gremios y las cuestiones éticas o morales, las cuales más de una vez le cerraron las puertas, le negaron becas o premios y le impidieron publicar sus comentarios. (Albarrán en línea)
Este mismo reto de no rendirse ante la literatura, se ve reflejado durante su enfermedad, no obstante le habían dicho que viviría no más de seis meses, vivió todavía cuarenta años intensamente. Se casó tres veces y tuvo dos hijos. En su casa, según mencionan, nunca faltaron orgías y literatura.

Fuentes
Albarrán, Claudia. A la memoria de Juan García Ponce Ç(1932-2003). México: itam, en línea: http://biblioteca.itam.mx/estudios/60-89/69/ClaudiaAlbarranAlamemoriadeJuan.pdf
Armando Pereira. La escritura cómplice. Juan García Ponce ante la crítica. México: Difusión Cultural, unam, 1997.
Barros, Salvador. “A Juan García Ponce in memoriam”, en El siglo de Durango, Norte y sur, 2003, en línea:  http://www.elsiglodedurango.com.mx/noticia/24668.norte-y-sur.html
Cartas, Ricardo. Las estrategias de resistencia en “La invitación”, de Juan García Ponce. Puebla, México: Universidad Iberoamericana Puebla, Tesis, 2009.
Días y Morales, Magda. Presentación. México, en línea:
http://www.garciaponce.com/autor/presenta.html
García Ponce, Juan. Obras de un escritor yucateco sobre su tierra. Tomo 1. Yucatán, México: Universidad Autónoma de Yucatán, 1997. 
Martínez Morales, José Luis. Juan García Ponce y la Generación del Medio Siglo. Xalapa, Veracruz, México: Instituto de Investigaciones Lingüístico-literarias, Universidad Veracruzana, Colección Cuadernos, 1998.

lunes, 18 de febrero de 2013

Breve aproximación a la crítica biográfica


La crítica literaria, en el último siglo, ha sufrido distintas variaciones, y como todo en la modernidad, se ha desmembrado en miríadas de estilos para su aplicación. Uno de estos estilos para la comprensión de los textos literarios, es la crítica biográfica. Esta corriente de la crítica literaria se ha distinguido por llevar a cabo estudios históricos y psicológicos sobre los autores, para comprender su obra.
            No obstante la desidia de algunos críticos para emprender este estudio (ocasionada también por la falta de interés en la búsqueda de archivos y por los trámites burocráticos que se tienen que emprender), resulta una herramienta que ayuda a comprender el contexto en que las obras se escribieron, y que inclusive se permea en éstas. Es así que, un estudio biográfico completo, puede dar pautas para la comprensión de la totalidad de las obras, ya que éste incluye una visión integral sobre los hechos que precedieron al momento en que se escribió, los que sucedieron durante el tiempo en que fue escrito e inclusive, como si e tratara e una narración de ficción, se pueden dar brincos en el tiempo en el que el biógrafo escribe (como en el caso de Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de la fe de Octavio Paz).
            Poca información puede encontrarse en español sobre la crítica biográfica, sin embargo es un estudio que ya ha sido adoptado por los críticos en otros países, en Estados Unidos las universidades tienen incluso carreras adoptadas a esta forma de crítica, se pueden encontrar artículos que abordan estudios literarios a partir de la biografía, e incluso es posible ubicar distintos blogs[1] con la intención de acercarse a la crítica biográfica.
            No todo es maravilloso en este tipo de estudio, aunque ciertamente es un recurso útil, su combinación con otros ámbitos, como el del psicoanálisis, puede resultar perjudicial, en tanto que su objetivo es la comprensión de la obra a partir de un acercamiento al autor, y puede dar pie a las interpretaciones muy subjetivas de las acciones del autor. Es así que en Literature Resources, una página que da una referencia breve a los distintos tipos de acercamientos críticos literarios, se menciona que: “Biographical criticism has two weaknesses that should be avoided. First, avoid equating the work's content with the author's life (or the character with the author); they are not necessarily the same. Second, avoid less-than-credible sources of information, particularly works that tend to be highly speculative or controversial unless verified by several sources.”
            Sin embargo, estas dos debilidades mencionadas, también resultan de una mala aplicación de la crítica biográfica, siendo que intuir que todo lo escrito se relaciona con la vida del autor, es un error que no debería ocurrir en ningún tipo de crítica literaria, así mismo sucede con la adaptación de datos que no estén verificados, y que sean tomados como reales; en una biografía o autobiografía siempre existirá la duda, no todo debe darse por sentado. En la tesis Emancipación de la familia de origen: lealtad, traición y sacrificio filial en Franz Kafka y Julio Cortázar, de Roberto Chacana Arancibia, un párrafo trasluce la diferencia entre la crítica psicoanalítica y la crítica biográfica:

Sin embargo, un primer rasgo diferenciador de ambas corrientes lo constituye el que la vertiente biográfica no necesariamente se acoge a los planteamientos teóricos del psicoanálisis; al contrario, aquélla tiende a tomar distancia de las propuestas parricida-incestuosas que realiza la corriente de orientación freudiana (Llovet, 1992: xviii).
En segundo lugar, la crítica biográfica indaga en la vida del escritor no con el objetivo de explicarla sino, simplemente, con el afán de localizar elementos o situaciones vitales que permitan facilitar la comprensión de su obra. (Chacana 81)

Sitios que dan una referencia a esta corriente crítica:

Algunas confluencias epistemológicas en la actual crítica literaria. En http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/47/TH_47_001_033_0.pdf
Chacana Arancibia, Roberto. Emancipación de la familia de origen: lealtad, traición y sacrificio filial en Franz Kafka y Julio Cortázar. Tesis: Universidad Complutense de Madrid, Facultad de psicología. En http://www.ucm.es/BUCM/tesis/psi/ucm-t29162.pdf, 2006, p. 81.
Lambarry, Alejandro. Biografías, autobiografías y memorias: ¿Qué es la crítica biográfica? En http://bio-autobio-memorias.blogspot.mx/




[1] http://blogs.dickinson.edu/anglesofliteraryapproach/category/biographical-criticism/: “According to Benson, a biographical approach considers a work’s first-order context – the author’s life – and recognizes literary study as being an art not a science (110). He places it at odds with New Criticism, so a work takes on a different meaning when viewed through the lens of an author’s life.